
En el año 2004, ingenieros japoneses crearon un robot que dispone de la capacidad de discernir sobre las emociones humanas y que se comunica con las personas a través de un modelo emocional mecánico que emula al sistema endocrino. El robot se llama Wamoeba y el modelo emotivo sobre el que ha sido construido le permite vigilar permanentemente la temperatura y el consumo de sus circuitos electrónicos, así como reaccionar adecuadamente para mantener sus constantes vitales, de la misma forma que lo hacen los sistemas biológicos.
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